El 28 de noviembre de 1921 ‘Abdu’l-Bahá falleció tras décadas de intensa labor persiguiendo la meta de la unidad mundial que Su Padre proclamó. Más de 10.000 personas de todos los orígenes religiosos y étnicos acudieron entonces a su funeral en la ciudad de Haifa (Israel). A ‘Abdu’l-Bahá, los bahá’ís consideran un ejemplo a seguir por la humildad, el amor y el sacrificio con los que ayudaba a cualquier persona con la que se encontrara, fue también el único intérprete que Bahá’u’lláh –fundador de la fe bahá’í– autorizó para sus Escritos y a quien designó para coordinar los asuntos de esta fe a nivel global.